miércoles, 16 de marzo de 2011

Solidaridad de boquilla

En el poco tiempo que llevo inscrita en Facebook he observado que aproximadamente una vez al mes surge una campaña "espontánea" en defensa de alguna causa noble. Vivimos en una "era solidaria" y nunca falta algún alma caritativa que nos exhorte a la colaboración.

Algún conocido me podrá decir: - "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra", pues yo también he caído en alguna de estas manifestaciones absurdas, colaborando a difundir la solidaridad de boquilla. Pero empiezo a estar harta de tanta vacuidad, de tanto infantilismo y de tanta falta de coherencia.

Estos días todo el mundo se lamenta de lo sucedido en Japón y se admira de lo disciplinados y lo cívicos que son los japoneses en un momento en el que es especialmente importante la cooperación, la responsabilidad y el respeto. Desde aquí mi admiración y mi empatía para con su dolor. Como no podía ser de otro modo, ya tenemos una nueva campaña de Facebook en marcha para que pongamos una insignia japonesa en nuestra foto y mostrar nuestras condolencias... y yo me pregunto ¿qué más se piensa hacer?, ¿eso es todo?

Poco podemos hacer desde aquí, es verdad, por eso es tan fácil adherirse a estos movimientos de buena voluntad. Tanto sentimiento y preocupación por lo lejano y pocos se preocupan de mover un dedo por los que tienen a un palmo. Si tanto nos impresiona el comportamiento de la sociedad nipona, ¡tomémoslo como ejemplo y empecemos a colaborar!

Esta tarde me han llamado una vez más para que, por favor, fuera a donar plasma porque las reservas están al mínimo. Cuando intento animar a otras personas para que donen sangre suelo recibir una de estas dos respuestas:

A) No tengo tiempo (se tardan unos 30 minutos una vez cada 3 o 4 meses, según se sea hombre o mujer).

B) Me dan grima las agujas (supongo que no le darán la misma grima el día que necesite una transfusión...)

Estoy casi segura de que un día de estos recibiré una tercera respuesta:

C) No, yo no dono pero, ya puse una insignia de donante en mi perfil de Facebook.

Me pregunto cuántos de esos solidarios sociales han dado orden a sus familias de donar sus órganos cuando no los necesiten y poder salvar así sin ningún esfuerzo varias vidas.

Cuántos se han apuntado al grupo de emergencia de sus empresas o han participado como voluntarios en algún simulacro.

Cuántos han aprendido primeros auxilios.

Mucho más fácil y muchísimo más frecuente: Cuántos se han enterado de que un compañero de trabajo está pasando un mal momento a través de un cotilleo, generalmente mal intencionado o divertido, y se han molestado en defenderlo. Cuántos le han hecho una llamada de apoyo a ese compañero o sencillamente le han dado un abrazo sin más explicación.

Cuántos esperan con la puerta del portal abierta a que su vecino llegue cargado con la compra para ayudarlo.

Cuántos le dan los buenos días al conductor del autobús o se levantan para que un anciano tome asiento. En vez de fingir que no lo han visto mientras miran compulsivamente la pantalla de su smartphone contabilizando cuántos "me gusta" ha recibido su comentario sobre el dolor que le provoca la tragedia del país del sol naciente...

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