miércoles, 26 de enero de 2011

Decepción de un FTE

      Hoy he recibido una carta abierta de una compañera, de una auténtica señora, de una amiga. Después de 34 años en nuestra empresa, de dedicación y amor a su trabajo la echan a la calle por una reestructuración. No entro a valorar la justicia o no de esta decisión, podría hacerlo pero no me parece el lugar adecuado, ni del interés de todo el que pueda leer estas letras. Lo que me decepciona muchísimo y de lo que quiero hablar han sido las formas, la frialdad, la sensación de vacío que deben de sentir ella y los otros compañeros que se quedan sin trabajo.

      Porque en esta profesión tan particular, al menos en esta santa casa que solemos llamar madre, tan grande es la implicación que tenemos con ella, existe una bella tradición para el momento de las despedidas. El último mes de trabajo aquella persona que se va puede elegir los compañeros con los que hacer sus últimos vuelos, incluso puede pedir los destinos a los que viajar. De esta manera se despide de su profesión entre amigos, invitaciones, salidas a sus sitios favoritos, regalos de recuerdo, fotos, bromas... Los buenos compañeros como Mar tienen cola de peticiones para estos últimos vuelos y les debe de ser difícil elegir entre tantos amigos como han hecho a lo largo de su carrera profesional. En alguna ocasión hasta se ha sumado a la despedida algún pasajero habitual de la casa. Es como un ritual de iniciación en la nueva vida con la certeza de que una gran familia les respalda y les recibirá siempre con los brazos abiertos.

       Pues todo esto a ellos se lo han negado. Les hacen salir por la puerta de atrás. Les informan de que su contrato se cancela y adiós. Da la sensación de que se avergüencen de echarlos y de que quieran que se vayan haciendo el menor ruido posible. Da la sensación de que les quede algo de conciencia y no se atrevan a mirarlos a la cara. Me explica un directivo de otra empresa que es normal que se haga así, para que no se sientan reforzados por sus amigos y hagan algo que no deban en sus últimos vuelos, algo como quejarse por la megafonía o criticar a la empresa frente a los clientes. ¿Había dicho ya que Mar es una señora? Desconozco los nombres de los otros compañeros pero me siento orgullosa de pertenecer a un colectivo capaz de encarar situaciones muy duras con buen ánimo y una sonrisa, a un colectivo que, aunque en privado critique lo que no nos gusta de la casa, de cara al público la defiende con la lealtad de quien defiende a su propia familia. ¿Será que su postura es indefendible y por eso tienen miedo de una mala reacción?, ¿será que saben que en el fondo una mala reacción estaría justificada?

       Ese mismo directivo me contó una vez como en las reuniones sectoriales no se hablaba de trabajadores o de personas sino de FTE, es decir, fuerzas de trabajo. Es lo que tienen las siglas, que no tienen cara, ni sentimientos, no tienen dignidad que pueda ser pisoteada. Sin embargo, esta FTE se siente hoy muy decepcionada.

2 comentarios:

  1. A sus pies, republicondesa. Un placer leerla, aunque sea por cosas algo amargas como ésta.

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  2. Republicondesa,llevas razon en todo pero....el tirulo de señora no es facil de alcanzar.Ese mismo que Mar y muchas mas han paseado por pasillos aereos y terrestres.
    Lo malo de estos ERES va tan lejos que algunos de corta vista,creen que jamas les tocara.
    Ellos se quedaran con gente mas joven,mas fresca,mas barata.Nosotros nos llevaremos la alegria y el orgullo de haber compartido tantos años, que ha sido una vida, con esos compañeros que siempre fueron y seran unos señores,unas señoras y no esa sigla tan corta que nadie sabe que significa y es tcp

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