jueves, 5 de mayo de 2011

Racionalmente romántica

       Hace algunos días tuve una curiosa conversación con una persona muy cercana acerca de nuestra forma de ser. En algún momento comenté que soy una persona muy racional y que mi mente indaga y pone a prueba las cosas en el mismo modo como lo haría un científico. A lo que ella respondió, "yo te conozco y tú no eres así, eres una romántica y lloras con todo..."

       Esa objeción tuvo para mí la misma lógica que si al decir "los leones tienen melena" me hubieran contestado "no es posible, todos son carnívoros".

       Soy una romántica, no incorregible sino convencida, soy también una llorona , apasionada y sentimental, y me gusta serlo. Cuando algo me emociona hasta las lágrimas me siento viva, igual que cuando al reír llegan a dolerme la tripa y la cara. Y ¿qué tendrá que ver eso con ser o no racional?, ¿por qué nos enseñan que sólo tiene sentimientos intensos el inconsciente, que sólo son felices los tontos, que la mente es fría y el corazón caliente?

       He tenido la gran fortuna de ser educada para pensar por mí misma, me han estimulado y dado los medios para sacar mis propias conclusiones, fruto de ello quizás soy demasiado vehemente a la hora de defenderlas, porque son fruto de mi esfuerzo, porque no pienso o defiendo las ideas de otros si no las he hecho mías antes. Y estoy dispuesta siempre a cambiar, porque estoy también dispuesta a reconocer que me equivoco. En ocasiones hago muchas preguntas cuando no entiendo las ideas o las creencias de los demás y es frecuente que personas que no saben por qué piensan lo que piensan se sientan atacadas. El único motivo por el que hago esas preguntas es el más obvio, y sin dobles intenciones: Hago preguntas porque no conozco las respuestas.

        Carl Sagan lo explica muy bien en esta entrevista:


       Y es también Carl Sagan, uno de los mejores ejemplos de romanticismo, pasión, ilusión y compromiso. Un hombre que veía futuro en la mirada de cada niño, que amaba la vida por encima de todo. Autor de una preciosa e inspiradora frase, que se podría convertir en el lema del misticismo racional: Estamos hechos de polvo de estrellas.

       Hay pensamiento racional en el esquema de las partituras de música, hay racionalidad y mucho cálculo en el dibujo, en la escultura, en la arquitectura. Hay métrica y lógica semántica y estructural en la literatura. Hay una pasión religiosa (veneración, conciencia, deber) detrás de la investigación científica y una profunda admiración y maravilla en la observación de las leyes que rigen nuestro universo.

       Una vez más, nadie mejor que Carl Sagan para mostrar la inmensa emoción que el conocimiento es capaz de infundir. Al fin y al cabo, el corazón no es más que una bomba mecánica que no tiene más influencia en nuestros sentimientos que el hígado o el páncreas. Es la mente la que sueña, la que inventa, la que ama. Es por tanto una mente bien engrasada la que nos hace sentir y vivir con más intensidad.


    

4 comentarios:

  1. Qué gran entrada. No tiene por qué haber disyuntiva entre razón y sentimiento, entre lógica e intuición. Mira lo que dijo de sí mismo el mayor científico de todos los tiempos, Isaac Newton: «I do not know what I may appear to the world, but as to myself, I seem to have been only like a boy playing on the sea-shore, and diverting myself in now and then finding a smoother pebble or a prettier shell than ordinary, whilst the great ocean of truth lay all undiscovered before me.»

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  2. Es una frase magnífica. Y me hace pensar en otra de esas contradicciones generalmente asumidas.
    Es frecuente que las personas religiosas acusen a los científicos de arrogancia, cuando son las religiones las que ponen al hombre como señor y razón última de la creación, las que tienen explicación para todo y no dudan de nada.
    Sin embargo, los hombres de ciencia constatan con cada descubrimiento lo humilde y casual de nuestra existencia y, como decía Newton en esa frase, lo ignorantes que aún somos y lo mucho que nos queda por aprender.

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  3. Sí, aunque también depende del religioso y del científico. Si el científico es humilde, como Newton, Sagan o Einstein (también es curioso que los más grandes sean los más humildes), entonces no creerá que la Ciencia pueda explicarlo absolutamente todo. Lo mismo ocurre con los religiosos humildes, que también los hay. Aquí la clave, por supuesto, es "absolutamente todo". Antonio Muñoz Molina escribió hace poco un artículo al respecto titulado "Cuidado con la Ciencia", con el que no puedo estar más de acuerdo. Se puede buscar en Internet, pero aquí te dejo el primer y el último párrafos:

    "En lo que llevo de vida, he conocido ya varias explicaciones absolutas e indiscutibles del mundo. La primera fue la católica, hasta los catorce o quince años: el mundo había sido creado por Dios en siete días, y por culpa de Adán y Eva los seres humanos nacíamos en pecado, y el orden establecido de las cosas era legítimo porque procedía de la voluntad divina. Después vino la explicación marxista: la economía era “el determinante en última instancia”, por decirlo en la prosa de la época, tan pasajera como el pantalón acampanado; la historia iba en una dirección, y el motor que la propulsaba era la lucha de clases. Más o menos coincidiendo con el final de la hegemonía cultural del marxismo llegó la explicación freudiana: ahora el motor no era la economía, ni la voluntad divina, pero también era omnipotente, y soberano: el sexo."
    [...]
    "Cuando yo era joven los marxistas -hay que recordar que se hablaba de socialismo “científico”- aseguraban que el instinto maternal era una creación de la ideología burguesa. Ahora los nuevos pseudocientíficos lo que aseguran de nuevo es que las mujeres son sobre todo instinto maternal, hormonas, etc, o que a los varones nos gobierna la testosterona, o el instinto de manada. Cuidado con la ciencia. Nada menos científico que suponer que la ciencia provee explicaciones simples e indudables para todo, menos aún para algo tan complejo como el comportamiento humano, esa mezcla inestable de genética y educación,  de naturaleza y cultura, de predisposiciones y de azar, de la que está hecho cada uno."

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  4. Amén.

    Mucho cuidado hay que tener con sentirse en posesión de la verdad. Aunque este comentario no hace más que confirmar la teoría anterior. El propio Múñoz Molina tilda de pseudo-científicos a los que lo hacen.

    Los seres humanos somos débiles y no estamos a salvo de sufrir de arrogancia. Debe de ser muy difícil tener una mente privilegiada, comprender cosas que los demás no podrían y no sentirse superior.

    Y tampoco nos olvidemos de los intereses económicos que se ocultan detrás de determinados "descubrimientos".

    El método científico duda y contrasta. Nunca da por cierto una teoría porque la haya enunciado alguien en concreto, por muy importante que sea. De hecho, a la luz de descubrimientos posteriores se han hecho salvedades a las leyes del mismo Newton. Sin embargo, el pensamiento religioso condena la duda, basa toda su estructura en una serie de actos de fe que son por definición incuestionables. Y sus representantes se consideran infalibles.

    La religión se considera en poder de las respuestas, lo que no ofrece muchas posibilidades de evolucionar.

    La ciencia no para de hacer preguntas y dudo (no afirmo) que alguna vez pueda parar.

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